Andrés Borrás analiza aquí los cambios en los patrones de consumo de la sociedad europea entre los siglos XVII y XVIII. Algunos bienes de lujo llegaron a los sectores más amplios de la sociedad generando una “revolución del consumo”. Uno de los productos novedosos fue la nieve que se usó en bebidas frías con enorme popularidad en el Mediterráneo Occidental. El consumo fue creciendo y, al mismo tiempo, las actividades relacionadas al comercio del frío se fueron especializando. Los encargados de almacenar la nieve eran los paleros, pisoneros y cargadores; del transporte, los arrieros; del monopolio, los abastecedores y de la venta minorista los nevateros, aguadores y botilleros.